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Altamira y el debate ciencia y fe
31-05-2017

El sábado 22 de abril celebramos el segundo de nuestros dos Talleres Breves que cada curso dedicamos al diálogo entre ciencia y fe junto con nuestros compañeros del Centro Ciencia y Fe. En esta ocasión, el Taller tomó la forma de un videoforum sobre la película Altamira (2016), que narra el descubrimiento de las pinturas rupestres de Altamira por parte de Marcelino Sanz de Sautuola (1831-1888, interpretado por Antonio Banderas) en 1879.

 

Así pues, tras algunas contextualizaciones de nuestro ponente, Pablo de Felipe, sobre el estado de la ciencia en el siglo XIX, nos lanzamos a ver la película. La película se centra en el descubrimiento de las pinturas de Altamira, y cómo tal descubrimiento impacta en la vida de Sautuola y su familia, a dos niveles: el "científico" y el "religioso". En cuanto al científico, la película narra el rechazo con el que la comunidad científica reaccionó inicialmente cuando el descurbrimiento fue presentado por Sautuola el Lisboa en 1880. En ello pesó la opinión de Émile de Cartaihac (1845-1921), el prehistoriador más renombrado en la época. El descubrimiento tampoco había tenido buena acgida en el ámbito español, lo cual la película ilustra a través de la hostilidad de Ángel de los Ríos y sus artículos periodísticos. El conflicto religioso se presenta mediante la relación de Sautuola con su esposa, María Concepción de Escalante, a quien se presenta como devota cristiana y mecenas de la iglesia, con una estrecha relación con el obispo. A lo largo de la película, María se verá dividida entre sus creencias religiosas y la fidelidad a su marido, sobre todo cuando el desarrollo de la historia tome la vía del conflicto irresoluble entre ciencia y fe. En este desarrollo, no deja de llamar la atención la figura del obispo, el único personaje ficticio de la película, el cual se presenta por otra parte con un carácter sombrío y conspirador. La película termina con la rehabilitación de Sautupola cuando, veinte años después del descubrimiento, y a raíz del descubirmiento de otras pinturas semejantes a las de Altamira en el sur de Francia, Cartaihac publica el artículo titulado "Mea culpa de un escpético" (1902) reconociendo la autenticidad del descubrimiento de Sautuola. Para entonces, nuestro protagonista ya había muerto.

 

Concluida la película, pasamos a contrastar lo que ésta narra con la realidad del los acontecimientos históricos. Y aquí descubirmos que la película presenta el conflicto entre ciencia y fe a la luz de la percepción actual del mismo, como si éste existiera en los mismos términos en el siglo XIX. En realidad, quien con más énfasis rechazó el descubrimiento de Altamira fue la comunidad científica, dado que ponía en tela de juicio las teorías evolucionistas que la mayoría mantenía: se pensaba que el ser humano primitivo carecía de la capacidad técnica necesaria para realizar las pinturas de Altamira, por lo que las pinturas de la cueva o bien eran posteriores o bien una falisificación. Los religiosos que sí apoyaron la autenticidad y antigüedad del descubirmiento (como Juan Vilanova) lo hicieron en base a teorías concordistas, es decir, que creían que el ser humano fue creado exactamente igual a como es ahora. Desafortunadamente para la película, el descubrimiento de Altamira no causó reacción por parte de la iglesia del momento, poco interesada en la cuestión.