El Taller Teológico quiere desearos a todos y todas una Feliz Navidad y un mejor año 2015, a la luz de aquel que se encarnó en un recién nacido. Un niño recién nacido que, como todos los niños pequeños, necesita el cuidado de otros para sobrevivir.

Cuando hablamos de la encarnación, tomamos nota de la paradoja de la omnipotencia de un Dios que, por amor, se encarna en la vulnerabilidad de un recién nacido. Pero tal vulnerabilidad, tal impotencia, no sólo está presente en el hecho de la encarnación en sí, sino en la necesidad de cuidado y protección que todo niño requiere. ¡Qué sagacidad que, para dar vida a tantos, el mismo Jesús tuviera que depender de otros para vivir!

Ello nos recuerda que, como cristianos y cristianas, no estamos solamente llamados a disfrutar de los cuidados de Cristo, sino también a ser cuidadores: en nuestras manos anida una responsabilidad para con este mundo y sus habitantes. Es decir,

"¡Gloria a Dios, paz en la tierra y buena voluntad de Dios para todos los seres humanos!" (Lc. 2,14).