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Ética teológica y homosexualidad en Alicante
10-11-2014

En Alicante iniciamos el curso 2014-2015 con un plato fuerte: “Ética Teológica y Homosexualidad”. Nos reunimos 26 personas de diferentes iglesias y confesiones, pues contábamos con miembros de la Iglesia anfitriona, la IEE, de la UEBE, del Ejército de Salvación,  de la Iglesia Católica y un activista de un colectivo LGTB de Alicante que, declarándose agnóstico, quería ver “por dónde nos movíamos”.

 

El Taller fue impartido por el profesor de la Facultad SEUT, Juan Sánchez, que comenzó explicando el objetivo del mismo: aportar las bases para una toma de postura autónoma sobre la homosexualidad, distinguiendo entre autonomía (la capacidad de decidir por mí mismo cómo vivir) y heteronomía (que sea otro (la familia, la sociedad, la iglesia, Dios, etc.) quien me diga cómo vivir). Todos los seres humanos pasan por una etapa de moral o ética heterónoma, en la que una autoridad externa dicta aquello que es bueno y que le garantiza la aceptación social, familiar, religiosa (y le “garantiza” la felicidad) y lo que es malo y le priva de esa aceptación (y le aboca a la infelicidad y al sufrimiento moral). Pasar de esa fase de ética infantil a una moral adulta, autónoma, donde no valen los “siempre ha sido así” ni “actúo según lo mandado” es lo que se conoce como “maduración”. La madurez moral se alcanza cuando somos capaces de dar razón de nuestras decisiones y de nuestro comportamiento. Es importante tomar conciencia de que, dentro de los esquemas de la “moral infantil” y para sostenerla, Dios, la Biblia, o la iglesia pueden convertirse en esa autoridad externa que le dicta al ser humano cómo vivir y que le garantiza una vida más fácil y tranquila; ¡que sea Dios quien determine cómo debes vivir te garantiza una gran tranquilidad!. Ese proceso de maduración es una exigencia de fe, y así lo transmite el propio texto bíblico en pasajes como Rm 12:2 , 1ª Cor 10:23, o Mt 5:20ss (“oísteis que se dijo… mas yo os digo”).


Otro punto importante a aclarar es el ámbito desde el que se hace la consideración de la homosexualidad, y que así se refleja en el título del taller.  Muchos habrían esperado una reflexión desde la “Ética Bíblica”, pero el ponente optó por hacerla desde la “Ética Teológica”. La ética teológica va más allá de la ética bíblica, ya que abarca más temas y bebe de muchas más fuentes. Sería un anacronismo pedirle a la ética bíblica una orientación sobre realidades, que no han existido en la historia, sino muchos siglos después de la época bíblica. ¿Qué puede decirnos la ética bíblica sobre la eutanasia?, ¿y qué dice sobre la dación en pago?. Sin embargo, que no podamos encontrar respuestas a las encrucijadas de nuestro tiempo en la ética bíblica no significa que debamos dejarla de lado, pues los principios y valores que ella nos presenta constituyen una guía y una ayuda, de las que no podemos prescindir, a la hora de valorar éticamente todos estos temas.


¿Cómo valorar hoy la homosexualidad? Las ciencias modernas (biología, psicología, medicina, sociología, etc) nos llevan a cambiar nuestra comprensión de la homosexualidad, dejando de considerarla como una opción sexual para entenderla como una condición sexual. Ello nos lleva a hablar de personas homosexuales y ya no tanto de actos homosexuales. Esto es importante ya que hoy en día, hablar de homosexualidad es hablar, en primer lugar, de personas homosexuales, y sólo después, y en segundo lugar, de comportamientos sexuales. Hoy en día, la homosexualidad no puede ser vista ni como una enfermedad, ni como un vicio, ni mucho menos como pecado. Decir que es pecado ser homosexual, es como decir que es pecado ser negro, o es pecado ser mujer. No, la homosexualidad ni es pecado, ni es una enfermedad, ni es un vicio, es una condición sexual de igual dignidad y valor que la condición heterosexual. Consecuentemente, los comportamientos sexuales son evaluados éticamente en función de su capacidad para contribuir al desarrollo personal del ser humano y de sus relaciones, ya que cuando hablamos de homosexualidad no entendemos directa y exclusivamente los comportamientos homosexuales, sino la condición homosexual de un ser humano que, a través de sus comportamientos, busca la realización personal. Bajo esta comprensión, hay que descartar como formas definitorias de la homosexualidad aquellas que son anómalas o desviantes, como por ejemplo: la pederastia, la prostitución, la violación, etc.; lo mismo que la heterosexualidad no es definida por sus situaciones desviantes, tampoco puede ser aplicado ese criterio a la hora de hacer una valoración ética de la homosexualidad.


En cuanto a  las consideraciones bíblicas, el profesor Sánchez puso mucho énfasis en mostrar como es un gran error exegético y hermenéutico el aplicar los textos condenatorios de los actos homosexuales que encontramos tanto en el AT como en el NT (muy escasos, por otra parte) a lo que hoy en día conocemos de la homosexualidad, ya que estos textos están referidos a prácticas realizadas en un contexto de celebraciones culticas idolátricas, y que nada tienen que ver con  relaciones de afectividad. Ese es el contexto en el que están escritos, también, los escasos textos del NT que aluden al tema: la práctica de cultos a los dioses de la fertilidad, en el que se incluían actos homosexuales, realizados en el mismo templo de Jerusalén (tenemos relatos en la literatura intertestamentaria, que así lo atestigua; relatos del siglo II aC que si bien no están incluidos en las biblias utilizadas tradicionalmente en las iglesias evangélicas, sí  formaban parte de “las escrituras” que citaba el apóstol Pablo en sus cartas, entre ellos 2ª Macabeos 6, 1-7).


Especial atención dedicó a los relatos sobre Sodoma y Gomorra, de gran influencia en la valoración de la homosexualidad a lo largo de la historia de la iglesia cristiana. Pues bien, en los textos bíblicos, el relato de Sodoma y Gomorra, nunca se ha relacionado con la homosexualidad; lo que está en juego en ese relato no es la homosexualidad, sino la injusticia, la violencia contra el extranjero, la falta de hospitalidad, el abuso y la humillación de los más débiles e indefensos. Y así lo entienden los textos bíblicos que hacen referencia a él (léase Ez 16:48-50; Jer 23:14; Is 1:10-17)


Para terminar, fue un Taller Breve realmente interesante, tanto por el tema, como por el contenido y la exposición, y sin ninguna duda, estará ayudando a nuestras iglesias a afrontar el reto que nos plantea nuestra realidad social, con seriedad y en conciencia.