Este Taller Breve se celebró en la Primera Iglesia Evangélica Bautista de Alicante y fue presentado por Pedro Zamora, decano de la Facultad de Teología SEUT, que propuso recorrer el tema en dos partes, a saber:

I.    De qué hablamos cuando hablamos de humor en la Biblia:
II.    Jesús, el buen humor de Dios hecho carne.
 

En la primera parte, expuso que el tema tiene que ver con el genio o carácter de Dios, de modo que no es un tema baladí o secundario. Dios es jovial y su creación es producto de su jovialidad, es lo que nos vino a decir Pedro. Y como cabe esperar, este genio jovial deja su huella en el texto que suscribe como autor último, las Escrituras. Éstas muestran una textura que da amplio espacio al humor, pues en buena medida es por medio del humor que se puede expresar la complejidad de la vida, del ser humano, y de su relación con Dios. Y Éste hace suya también dicha complejidad como signo de su libre relación con el ser humano.

Sobre este lienzo, se trabajó por grupos una actividad sobre el famoso episodio del becerro de oro (Éxodo 32), donde se descubren muchos toques de ironía sobre los personajes, pero que sobre todo pone de manifiesto el carácter contradictorio de un Moisés que primero intercede por su pueblo consiguiendo ‘detener la ira de Dios’, para dejarse llevar luego él mismo por la ira y tomarse la justicia por su mano.

Se leyó asimismo un breve ensayo que destacaba la relación entre humor en la Biblia y una relación libre e inteligente entre Dios y la humanidad, no una relación de Señor a vasallos.

En la segunda parte, un primer tramo se dedicó a presentar a un Jesús que, a pesar de la burla desus oponentes, elude mofarse de ellos cuando muestra su poder sanador o su sabiduría. Todo lo contrario, Jesús propone que en su Reino los que ahora lloran reirán (Lucas 6,21) y no una risa vengativa, sino limpia y fresca.

El segundo tramo de esta parte se dedicó a ver cómo en los momentos más solemnes, como son la ‘ordenación al apostolado’ (el envío de los apóstoles) o la confesión de Pedro,  Jesús muestra su humor poniendo nombres a sus discípulos tales como ‘Pedrusco’ o ‘Hijos del Trueno’ que no dejan de ser un guiño afectuoso, o muestra su jovialidad jugando con los nombres Petros (Pedrusco) y Petra (Roca).
 

En conclusión, el humor no juega un papel secundario en las Escrituras, sino que es parte propia de la gracia divina que desea relacionarse con la humanidad por puro amor.

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