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Cine y teología
27-05-2014

Y… ¡acción!

Todos hemos visto la película American Beauty. Una historia de amores difíciles y de relaciones rotas. Y entre todo ello… la escena de la bolsa de plástico que, al juego del viento, evoca el misterio divino que se hace presente en el drama que es la vida humana. Mediante esta escena y muchos otros cortes que vimos y comentamos, algunos tan tímidos como éste, otros más explícitos, el Dr. Pedro Panizo, profesor de Teología de las Artes de Ficción en UPCO, nos presentó el pasado sábado las posibilidades teológicas del cine.


Los cerca de 30 participantes que pudimos seguir la exposición del ponente nos familiarizamos en la primera parte con los orígenes y la teoría del séptimo arte. Vimos diversos ejemplos de cómo el buen cine consigue emocionarnos y fijar nuestra atención en la historia que pretende narrar. Son los pequeños detalles en los que a menudo no nos fijamos, como el uso del zoom, la música, los diálogos y los diversos planos, los que consiguen que una película logre transmitirnos su mensaje. Todo ello fue ilustrado mediante varios cortos de películas, como Smoke, Hamlet o la ya mencionada American Beauty.


En la segunda parte, después de nuestro habitual café, trabajamos las diferentes formas de cómo los directores presentan el evangelio en sus trabajos. Algunos, como El Evangelio según Mateo (de Piere Palolo Pasolini, 1964), lo realizan de una forma muy explícita y emplean el evangelio como si fuera un guión. Otros, como por ejemplo De Dioses y Hombres, envuelven el evangelio en el destino dramático que viven sus protagonistas. Luego, para enumerar otro ejemplo más, están aquellas películas que sólo recogen un aspecto del evangelio, p. ej. la gracia, el perdón o la trascendencia, y lo integran en un relato que pudiera ser la experiencia vital de cualquiera de nosotros. Esta última posibilidad teológica del cine vimos, entre otros, con un corte de El Festín de Babette de Gabriel Axel.

 


El mismo Taller fue para nosotros, los participantes, un festín de observación, dirigido por un ponente extraordinariamente competente en el tema, que nos ayudó a descubrir la dimensión espiritual del mundo del cine. Tal vez, las iglesias deberíamos plantearnos a prestar más atención a este medio/arte y plantearnos la posibilidad de convertirnos nosotros mismos en autores de guión, en actores y en equipos técnicos para crear algún que otro film.