Juan José Tamayo: "La compasión, nuevo principio teológico"
La aventura de leer la Biblia en castellano durante el siglo XVI
02-03-2017
INTRODUCCIÓN
RECORREMOS LA AVENTURA …
La primera mención en España de lectura de las Escrituras es en las actas del martirio del obispo Fructuoso y dos de sus diáconos el año 259, haciéndose mención en ellas del oficio de Foto del tallerista, Ricardo Moraleja ‘lector’ de las Escrituras. Asimismo, el edicto de Diocleciano (año 303) decreta la persecución y la quema de todo texto cristiano, incluyendo sus Escrituras.
A pesar de todo esto, vemos que no hay un acceso del pueblo a los textos, sino a partir del ‘oído’ (homilías, predicaciones, celebraciones ….), ya que los ‘libros’ son obras muy caras de adquirir y de muy difícil distribución a gran escala. En todo caso, contamos en Hispania con el hallazgo de las pizarras escolares visigodas (Ávila y Salamanca) del s. VII, algunas de las cuáles contienen textos bíblicos, sobre todos textos ‘clásicos’ (Padrenuestro, textos proféticos mesiánicos, ….).
Durante la Edad Media la Vulgata se convierte en el texto común (para el s. X la Vetus Latina ha desaparecido). Y frente a la invasión árabe, los monasterios se quedarán como custodios de los textos sagrados. Pero al mismo tiempo, la lengua latina se va alterando hasta surgir las lenguas romances y, por tanto, también nuevas traducciones romances de las Escrituras. En el s. XII, Raimundo, obispo de Toledo, pide unas crónicas de viaje (“La Facienda de Ultramar”) que usa textos bíblicos para la descripción de lugares de Tierra Santa. El obispo de Astorga, Germán el Alemán, traduce el Salterio por mandato de Alfonso X el Sabio (s. XIII). Éste promovía la “General Estoria”, una obra de historia universal en castellano que incluye la Historia Sagrada, que no será otra que la llamada Biblia Alfonsina traducida desde la Vulgata.
Irán apareciendo las Biblias Romanceadas, muchas del latín pero también muchas del hebreo traducidas por judíos. Destaca la “Biblia de Alba” (s. XV) y luego la “Biblia de Ferrara (s. XVI) y también el “Pentateuco de Constantinopla” (hebreo y ladino en caracteres hebreos). Pero el problema sigue siendo el mismo de siempre: en realidad no hay acceso a versiones castellanas al alcance popular. Sólo las homilías y los retablos y frescos pueden acercar la Biblia al pueblo. El cambio sustancial surge en el s. XVI con el florecimiento del Renacimiento y su humanismo, que incluye el desarrollo del estudio bíblico.
Se hace en este punto una parada para que los grupos hagan el siguiente EJERCICIO: Responder, a modo de ‘Titulares de Prensa’ a la siguiente pregunta: ¿Qué aportó la Reforma al estudio y conocimiento de las Escrituras?
Tras el ejercicio retomamos el recorrido, ahora a partir de Renacimiento y Reforma (s. XVI).
La Reforma cambia radicalmente tanto el concepto de Escrituras como todo cuanto la circunda (textos originales, autoridad, interpretación, acceso popular, …). Entre otras cosas se descubre el ‘carácter humano’ de las Escrituras, empleando los mismos métodos que se aplicaban a los textos humanos. Y otro punto importante será la correlación de las Escrituras con las Ciencias Humanas.
Aparecerán además las grandes bibliotecas y aumentará el nivel cultura, y de ahí un mayor conocimiento por el pueblo. Por desgracia, en España se reaccionará con la inquisición. Y muchos conocerán la Biblia a través de un género de narrativa bíblica que contaba la “Vita Christi”. Pero incluso estos textos acabarán siendo requisados por la Inquisición. Eso sí, conviene precisar algunas cuestiones sobre aquel tiempo. El Concilio de Trento no prohibió la lectura de la Biblia. Sí confirma la Vulgata como ‘texto seguro’ (no como texto ‘oficial’ único) y no se prohíbe la traducción del texto sagrado. Se afirma sí que la biblia no se explica por sí misma sino por la tradición y el magisterio. Sí hubo un debate intenso sobre el papel de las versiones y lo que ocurrió es que la lectura de la jerarquía ‘española’ de los decretos conciliares fue restrictiva y promovió la lectura exclusiva de la Vulgata prohibiendo el acceso al pueblo a la versión vernácula.
También en España hay voces a favor del acceso (por ejemplo, Bartolomé de Carranza). Pero Melchor Cano y otros se oponen con contundencia. El Índice de Libros Prohibidos de Fernando de Valdés es radical: todo texto que contenga cita bíblica debe ser requisado. En este contexto surgen las figuras de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, monjes del Monasterio de San Isidoro (Sevilla), que junto a otros monjes huyen por haber aceptado la Reforma. Reina dedicará entonces su vida a la traducción de la Biblia al castellano desde las lenguas originales. En este punto visionamos el:
VIDEO BIOGRÁFICO DE CASIODORO DE REINA
La Biblia del Oso se escribe en el exilio, mientras en España se entra en “La gran noche bíblica” (ss. XVII – XIX, según el profesor de Salamanca, José Manuel Sanchez Caro). Sólo se conoce la ‘Historia Sagrada’ como narración perifrástica o por medio de ilustraciones. Habrá que esperar a la traducción de Scío San Miguel (1783) como traducción de la Vulgata (10 volúmenes). Luego vendrá la traducción de Torres Amat.
Pero para los ss. XVIII-XIX en España ya se había perdido la memoria de la Biblia y no había por tanto tradición de lectura de la Biblia. Y surgen entonces las “Sociedades Bíblicas” que van a llevar las Escrituras por todos los rincones del mundo, incluyendo los países católicos. En ese contexto, George Borrow hace una edición en Inglaterra del NT de Scío pero en edición económica (3 reales = unos 80 Euros) y por tanto mucho más accesible al pueblo. Hay que esperar al s. XX para que se publiquen ya versiones vernáculas desde las lenguas originales por parte de la Iglesia Católica. Se entra en este momento en un:
TIEMPO DE DEBATE
Y tras el debate los grupos trabajan en un EJERCICIO sobre la Reina-Valera: los grupos deben responder a varias preguntas sobre la conveniencia del uso de una o varias versiones y otras cuestiones concomitantes.
Este TALLER BREVE se cerró con una EXPOSICIÓN DE BIBLIAS preparada por el prof. Moraleja.
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