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Nuestra imagen de Dios plural
29-10-2013

En nuestro último Taller Breve en Madrid, el pasado sábado día 26, emprendimos una expedición reflexiva que nos introdujo en el ámbito de la imagen de Dios. Los más de 45 asistentes pudimos, una vez superados algunos problemas iniciales logísticos, experimentar con una nueva constelación de las mesas que favorecía el trabajo en grupos. Nuestro recorrido siguió un planteamiento relativamente sencillo pero, sin embargo, nos permitió plantear todas las preguntas teológicas pertinentes al tema de la imagen de Dios y rozar algunas de las implicaciones más pastorales.


Una primera dinámica de trabajo en grupo (mesas) dio lugar a que cada uno podía presentar su idea acerca del concepto de la imagen de Dios. Recogiendo estas sugerencias de los asistentes expusimos y estructuramos las diversas posibilidades de hablar de una imagen de Dios. El siguiente paso nos adentró en la tensión inevitable entre la prohibición tajante de la Biblia, por un lado, y la necesidad imprescindible de emplear imágenes a la hora de referirnos a Dios. Ambos polos están presentes en la historia de la religión judía y en la tradición cristiana. Llegamos a conclusiones fundamentales como “nuestra imagen de Dios y Dios no son idénticos”, “la imagen de Dios compromete lo humano” y “la imagen de Dios que tiene una persona refleja su actitud ante la vida y la realidad en general”.


Exploradas las limitaciones y aportaciones de estos extremos mencionados, nos ocupamos de la “solución” que ofrece el Nuevo Testamento: Cristo, la imagen del Dios invisible. Tanto la necesidad de emplear imágenes para hablar de Dios se cumple en Cristo como también la prohibición de imágenes se respeta. Lo primero porque en Él todas las imágenes salvíficas llegan a su máxima expresión y personalizació. Lo segundo porque la revelación de Dios en Cristo salvaguarda el misterio divino.


Finalmente compartimos unos criterios prácticos para nuestra praxis creyente y reflexión bíblica, de cómo podemos manejar las imágenes de Dios. Un primer paso hacia una aplicación más pastoral y de sanidad fue, y así concluimos el Taller, cobrar conciencia de cuál es nuestra propia imagen de Dios. Para ello, varios de los participantes presentaron un dibujo, palabra clave o símbolo que articulaba de alguna forma la imagen de Dios que ellos percibían.